domingo, 29 de enero de 2012

A BELEN PASTORES

     Anónimo


- A Belén pastores
debemos marchar
que el Rey de los reyes
ha nacido ya.
A Belén pastores....
- Encima de pajas
tendidito está.
¡Ay, el pobrecito..
cómo llorará!
Muy fría es la nieve
que cayendo está;
el recién nacido
¡qué frío tendrá!.
A Belén pastores...
- En cuanto lleguemos,
pastores, allá,
de rodillas todos
vámosle a adorar.
Allá muy alegres
marchémonos ya
que su linda Madre
nos esperará.
A Belén pastores...

lunes, 23 de enero de 2012

CUENTECILLO DE NAVIDAD



Apenas intentaba mis símbolos primeros en la primera escuela de la Ciudad Sagrada, cuando fuimos llamados a las puertas de palacio. Desapercibido entre la multitud, compartí con todos un silencio que suspendió la tarde ante los milenarios dragones de piedra púrpura y dorada. El Viejo Emperador abrió su boca y llegó a los corazones la perfección de su verbo:
- Una estrella he visto, amados míos, que me reclama hasta el extremo más lejano del mundo. El niño merecedor de todos los anhelos y de todos los sueños del espíritu va a nacer en una tierra bárbara y en guerra. Debo ir, pues he sido elegido. Si alguno de vosotros así lo desea, puede venir conmigo.
Larga fue la caravana, sonora y colorida, cargada de presentes para el niño del anhelo. Permitieron mis padres mi partida, y en una caja dorada,dentro de otra caja de plata, dentro de otra caja de verde esmeralda, puse yo mi regalo y lo guardé en mi seno.
No me demoraré en narrar las noches primeras de júbilo y de danza, los días de cansancio, los ríos, las montañas, los seres extraños que dejamos al paso. Fueron muchas jornadas –no las conté, por niño- hasta que al fin llegamos a una pequeña aldea, pequeña y triste, más pequeña que el más pequeño de los barrios de nuestra Ciudad, tan triste como los poblados habitados de enfermos allende la muralla.
Y al rodear la aldea, en una antigua cueva que servía de pesebre para las pocas bestias de algún hombre pobre, se detuvo la estrella que nuestro Rey veía. El Rey alzó su mano y dijo:
- Hemos llegado.
No sé qué raro polvo de aroma perfumado entregó él a los padres.Todos dejaron sus dones en el suelo. Yo saqué de mi ropa la caja de las cajas y aquella madre dulce me llamó hasta su lado.
- ¿Qué nos traes?, me dijo, con una voz tan tierna que aún llaga mi garganta el eco de su acento.
- Mis gusanitos de seda, con hojas de la morera.
Vi tristeza en la faz del Viejo Emperador. Ahora sé que él sabía, o creía saber, que al destapar la última cajita de cartón sólo habría hojas secas y la seca tristeza de los gusanos muertos. La entreabrió con cuidado la madre luminosa del niño del anhelo, y rió, y besó mi frente, y mostró a todos, con júbilo, tres capullos perfectos, uno verdoso y grande, cual suave esmeralda, otro blanco de plata y un tercero pequeño, dorado y reluciente como la más diminuta de las cajas que había coloreado mi pincel escolar.

                                                                             Elías Hacha Soto